Don José y la la memoria histórica
Promover la memoria histórica es una iniciativa del actual Gobierno, nació y vive envuelta en la polémica. Unos la aplauden diciendo que ya es hora de hacer justicia mirando hacia atrás. Otros que ya está bien... Flaco servicio se le presta a la transición con remover sentimientos que ya estaban olvidados... Desoyendo a unos y a otros, mirando hacia atrás, quiero rescatar la memoria de un hombre sencillo, sobrio, escrupulosamente respetuoso con quien se encontraba a su paso, un teólogo más de la vida que de los libros, casi me atrevería a decir algo tan inalcanzable para al ser humano como que no tenía enemigos. Me estoy refiriendo a D. José Alvarez Cabezas, cura que fue de la parroquia de San Martín de las Puentes (Puente de los Fierros). Murió en el año 1952, después de servir como párroco a esta feligresía durante 53 años. Corre el año 1936. En España las cosas van mal, muy mal. Se toma la peor de las soluciones, la confrontación y la guerra. España se divide en dos, la parte republicana y la parte nacional. Muchos pueblos, sin que nadie les preguntase cayeron de un lado o del otro. La Parroquia de Fierros amaneció el 18 de Julio en la zona republicana, más conocida como zona roja. Se cerraron los comercios, se prohibieron los viajes y se repartieron las cartillas de racionamiento. A partir de aquel instante asumía la absoluta autoridad "el Comité", que decidiría a su antojo sobre la vida y hacienda de los ciudadanos. Don José, el cura, vivía en la rectoral, casa situada al lado de la iglesia. Aquella nueva situación, dadas las circunstancias, parece que debería afectar, no solo en el ejercicio de las funciones religiosas de D. José, sino en su propia existencia. Sin embargo, en el pueblo de Fierros se vivía una situación muy distinta del entorno geográfico. El primer suministro de víveres que repartía el Comité era para el Sr. Cura, persona reconocida por todos como hombre de bien. Bajo la presión del Comité de Mieres, los locales visitaron varias veces a D. José. Primero le solicitaron que no tocase las campanas de la iglesia, después le rogaron que no celebrara Misa y se quitase la sotana y finalmente se acordó que fuera a vivir al Pueblo de Buelles en la casa de Antona. Pasado un tiempo, miembros del Comité de Fierros le comunicaron a D. José que se veían comprometidos ante sus homólogos de Mieres porque les decían que en Fierros no se había hecho la revolución. Bajó D. José de Buelles, acompañado de los miembros del Comité y realizaron "la revolución": hicieron en medio de la iglesia un fuego, quemando algunas ropas y sillas del templo. De común acuerdo enterraron en el huerto los santos bajados de los altares. Así, tan sencillamente, quedaba hecha oficialmente "la revolución". Fueron pasando los dolorosos meses... La maldita guerra terminó y comenzaron las represalias. Un puñado de falangistas y algunos miembros del ejército vencedor se adueñaron de la situación. Y comenzaron las purgas... Muchos ciudadanos de Fierros fueron acusados de "rojos" y colaboracionistas del marxismo... La única prueba de su inocencia solamente la podía aportar alguna persona relevante para el nuevo régimen mediante un "aval". Muchos feligreses de Fierros acudieron a D. José pidiendo el favor del aval, no se sabe que lo haya negado a alguien. Es más, pasado un tiempo, se corrió la voz de que el Cura de Fierros era "rojo" y colaboracionista del régimen republicano. ¡Que falacia! Una cuestión es que respetase las ideas de los demás y otra muy distinta que las compartiera. Al final los "avales" del Cura de Fierros ya no tenían validez Y lo que tenía que pasar pasó, un mal día del mes de agosto, obligaron al bueno de D. José a celebrar una misa en la plaza pública de la estación como prueba de que se retractaba de su marxismo y como muestra de adhesión al nuevo régimen. Todo el pueblo vio en ello el sometimiento de D. José a un acto de profunda humillación. El delito de D. José estaba en haber considerado a sus feligreses como buenos ciudadanos, hubiesen estado en un bando o en otro. Dicho todo lo cual, que cada uno saque las consecuencias. Y, como dice el poeta, que su testimonio nos sirva para mirar atrás sin ira. El que narra estos hechos y suscribe nació en el año 1939, tres años después de haberse producido estos acontecimientos. Yo los cuento como me los ha contado en varias ocasiones un viejo socialista, represaliado por el nuevo régimen y que en paz descanse. Luis M. Alvarez Fernández Nacido en las Puentes, Navidad de 1939
5 comentarios
Antonio -
Raquel Garcia Montero -
M. CAMPOMANES -
Un saludo pa todos.
Mª Loli -
El cura D. José, aunque yo no lo conocí, había oído a mi madre (Severina) y a mi abuela Lola las mismas anécdotas, así que por un momento reviví todos los recuerdos del pasado de modo tan gratificante como si no hubiera pasado el tiempo. Gracias y ánimo para el siguiente encuentro.
Luis Simón -